El jugador de más de dos metros de altura cayó rendido al suelo con evidente muestra de dolor y fue trasladado rápidamente al hospital.
El jugador afirmó que tras haberse salido el ojo sintió una pequeña molestia y al tocarse con la palma de su mano sintió su ojo ocular. También le contó a la radio neozelandesa que tras haber ocurrido el accidente, todavía mantenía el don de la vista.
El jugador entró en una burbuja de pánico tras ver a todos sus compañeros y gente de las gradas aterrorizados. El jugador se pensaba que iba a ser el fin de su carrera profesional y que se quedaría sin ver por el resto de su vida.
Pasados unos cuantos minutos y el jugador una vez en la ambulancia , le dieron un analgésico para aliviar el dolor y colirio en el ojo. El jugador sintió una sensación extraña de cómo el ojo volvía a su sitio original.
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